Luego de dos años...

Después de dos años volvemos a pasar Navidad completos. En el  2006 mi papá no estuvo y el año pasado falte yo… o me faltaron ellos.

Recuerdo cuando era niña y me invadía el espíritu navideño desde octubre, eso significaba que mi tío vendría de Brasil, e iría a recogerlo al aeropuerto, al Jorge Chávez que me parecía tan grande y las maquinas expendedoras de cualquier cosa tan divertidas.

La preparación para navidad comenzaría con semanas de antelación, comprar ropa, la cual estrenaríamos en Noche Buena o Año Nuevo. Luego vendría el decorado de la casa, arreglar todo para armar el nacimiento y el árbol de metro veinte que nos acompañó por tanto tiempo.

Junto con eso mi mamá nos haría sembrar frijoles, pallares, trigo o cualquier cosa que echara una hoja verde en un pedazo de algodón o tierra en una lata vacía de leche Gloria azul. Eso nos mantendría a la expectativa de algo por semanas, ya que comenzábamos a principios de Diciembre para que estuviese algo crecido para las fiestas.

El veinticuatro por la noche nos alistaríamos desde temprano. Bañarse y vestirse desde temprano y estar con ese olor a ropa nueva que se mezclaría con pólvora más tarde.  Saldría a buscar a mis amigos, los cuales también tendrían ropa nueva o quizás no, pero eso no importaba, ese día nos podíamos quedar fuera hasta tarde.

Luego de estar en el parque nos comenzarían a llamar a nuestras casas uno por uno para esperar las doce. Saludaríamos a nuestras familias y de ahí a los vecinos.  Acto seguido cenar e ir a la casa de la otra abuela. Ahí estaríamos con la familia de mi papá, con todo ese gentío que se congregaba en la casa de AVEP, resultado de que mis abuelos tuvieran ocho hijos y que cada uno de ellos tuviera menos dos. Compararíamos regalos o reventaríamos cohetes, y así se pasaría el tiempo y volveríamos a Pando.

Una vez en casa, a buscar a mis amigos al parque y quedarme un rato fuera, hasta q sea hora de entrar. En verdad mientras escribo quizás parezca poco, pero para mi no lo es. Mañana del 25 tomar  desayuno y esperar que venga el otro hermano de mi mamá con toda su familia, aquella tortura de niños que terminaba a las cinco de la tarde cuando mi tío volvía a su casa en San Borja.

Me burlo de mi papá diciendo que ha  convertido la casa en el Polo Norte, y me responde diciendo que eso me haría a mí un duende. Aunque sé que las probabilidades de recibir regalos disminuyen con los años, y quizás este año no reciba ninguno, creo que poco importa. Además de los regalos disminuirán las personas, quizás aumenten las llamadas, y habrán muchos mensajes, las cosas han cambiado, y a veces el cambio es bueno, valoramos más lo que teníamos antes, pero en parte me gustaría que volviera a ser como antes.