8.3.08

Guayaquil de mis amores...



Comenzaré con Sandra, mi mejor amiga, compañera de aventuras y confidente durante mi estadía en esa región extraña. La conocí el día que llegué. Había escuchado tanto de ella por medio de mi papá, sin embargo, no pude vislumbrar que se pudiera dar una amistad tan fuerte, que espero trascienda en el tiempo y el espacio y, conociéndonos, es probable que en efecto, así sea. La historia de Sandra, no es un cuento de hadas, pero no quito la posibilidad de un vivieron felices por algún tiempo o fueron felices algunos días. Sin embargo, como todas las historias de acá comenzó en otro país, Ecuador.

Sandra llegó a Usa, cuando ella tenía 17 o 18 años, problemas económicos llevaron a su familia a dejar al Guayaquil de sus amores y establecerse definitivamente en New York. Vivió allí algunos años, hasta que decidió ir a Florida, donde cambiaría su vida.

Los detalles no los recuerdo bien, pero en algún momento conoció a este hombre, cuyo nombre no vale la pena mencionar, ya que le dejo solo malos recuerdos, e irónicamente lo mejor en la vida de Sandra, una niña con la cabeza llena de rulos e ideas locas, ocurrente como ella sola, y tierna y cariñosa, que con un abrazo te hacia olvidar los problemas del día.

Cuando ellas entraron en mi vida, o mejor dicho, cuando yo entre en sus vidas; Sandra salía de un amor tormentoso, de esos que te dejan marcas y heridas tan profundas, producidas por el hecho de pensar tanto, dar todo y quedarte sin nada. Ese amor le había durado casi tres años, de los cuales, no se podía ocultar ni negar los buenos momentos, pero al hacer un balance de lo vivido, lo malo pesó más.

Llegué en un momento, donde la desesperación nos llevó a besar sapos en una fiesta infantil, lo cual dio frutos de inmediato, ya que más tarde ese día, conoció a este nuevo hombre –peruano por supuesto- con el que podrían pasar más cosas, pienso yo, ya que a pesar de sus americanadas, es uno de los buenos, al menos espero no equivocarme. Espero que al decir esto, no ponga una ilusión en riesgo, o haga que todo quede en una ilusión, y todo termine siendo una decepción más, pero como dice Sandra, de todo se aprende, y aunque duela, es verdad. Tal vez nos llevamos tan bien, porque somos dos almas acostumbradas al dolor, a la decepción, a la soledad, al ilusionarse rápido para caer en picada a la realidad, y ver las grietas de un corazón roto en todo lo que nos rodea.

Nuestras noches pasaron sentadas en “Balcón de los Lamentos”, lugar en el que fumábamos, hablábamos, nos hacíamos compañía, escuchábamos música y ocasionalmente tomábamos. La rutina del día comenzaba a las 6 de la tarde, cuando me recogía para ir a recoger a la Mapo al daycare, y de ahí íbamos al centro comercial, y de regreso un drive through y al gas station para comprar cigarrillos o ambas cosas. Luego llegábamos a la casa, comíamos y luego salíamos al balcón, hasta q nos daban las 10 u 11 y nos íbamos a dormir. Hubo un tiempo en el que dormíamos las tres en una cama, con esa familiaridad tan natural que se daba entre Sandra, Nabila y yo.

Con Nabila podría decir que vi mil películas, pero no fue así, vimos las mismas mil veces, que es diferente, de La Sirenita a High School Musical 2, pasando por el Rey León y toda la continuación de La Sirenita. Nabila es una de las niñas más asombrosas que he conocido, aunque es un poco needy a veces, a pesar de sus 4 años, se puede mantener conversaciones con ella, sacarla a caminar sin que haga escándalos, que come como un adolescente en pleno desarrollo, cantar a todo pulmón en el auto, y hacer comentarios como “it’s not nice when someone won’t answer the phone” luego que llamar mil veces a alguien sin conseguir respuesta. Los recuerdos más claros que tengo de la Mapo [mapo de cabeza, por la cabeza llena de rulos] son al despertar. El primero fue mi primer fin de semana en la casa de mi tía, cuando desperté con Nabila y Enzo saltando en mi cama. Y el segundo, fue en San Valentín, cuando abrí mis ojos, y vi a Nabila emocionada con un mono de peluche que decía con su caligrafía infantil “from: Nabila// to: Vanessa”. Hasta ahora por lo que me cuenta Sandra, la mapo me extraña y a veces pide que mande texts o pregunta porque no la voy a recoger al daycare.

Sandra y Nabila sin duda, son las personas que más extraño. Sandra siempre será mi confidente, y una de las pocas, por no decir la única, personas en las que he confiado ciegamente y no me ha fallado, y se que no fallará, una de esas pocas personas con las que congenias fácilmente y lo demás cae por su propio peso, una de las pocas personas con las que puedes ser tú mismo y no te juzgará, una de las pocas personas que valen la pena conocer. Ellas fueron las últimas personas que vi antes de mi regreso, y me alegro que haya sido así, pero sobre todo me alegro de haberlas conocido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bonita amistad has logrado cultivar, felicitaciones!